EUROPA
PRESS
2 julio
2021
¿Por
qué seguimos enfermando y perdiendo años de vida? ¡Nuestra alimentación es
crucial!
Solo se destina un 2% del presupuesto
español a programas de prevención y de promoción de la salud. Los españoles
tenemos un “exceso de confianza” en los hospitales, médicos,
medicinas que nos venden las series olvidando por el camino algo muy
importante: la importancia de la prevención y de cómo sea nuestra alimentación.
Así lo reclama la médico residente en Medicina Familiar y
comunitaria y máster en Nutrición Clínica y Endocrinología Judit Soto, quien
acaba de publicar ‘Salud con Razón’ (Paidós), un manual con el que
descubrir cómo la alimentación es uno de los pilares fundamentales a la hora de
prevenir enfermedades.
Y es que, Soto subraya que con que la calidad de nuestro
sistema sanitario no es suficiente a la hora de superar enfermedades: “El
sistema sanitario determina el 10% de nuestra salud. Lo que más peso tiene,
casi el 50%, es el estilo de vida, lo que comes, la actividad física que hagas,
el descanso, gestión del estrés. Un 20-30 por ciento, la genética y el riesgo o
susceptibilidad de desarrollar enfermedad. El resto, el medio ambiente donde
vivimos, la contaminación que nos rodea, el agua, el aire, el entorno verde, un
acceso a una educación”.
A su juicio, deberíamos tener más clara la idea de que
nuestro bienestar y salud dependen de nosotros, de nuestras pequeñas elecciones
del día a día, como qué cocinamos y cómo lo hacemos: “Hay que ser de que
lo que más poder tiene es el tenedor y la salud empieza desde casa”.
Así, en el libro indica que la salud de la población está
condicionada por 4 determinantes jerarquizados según su impacto en la reducción
de la mortalidad: los estilos de vida, la biología humana, el medio ambiente y
el sistema de salud. En el caso concreto de los estilos de vida apunta a una
mala alimentación, al sedentarismo y a la falta de ejercicio, al estrés, las
drogas legales e ilegales, y a las conductas de riesgo.
“Si mejoramos estos aspectos habremos reducido casi a
la mitad el riesgo de enfermar y morir prematuramente o de tener
discapacidades. Cada decisión cuenta. Nadie sufre un infarto hoy si ayer estaba
súper sano. Nuestras arterias se dañan en silencio hasta que, un día, una placa
de colesterol se desprende, bloquea el flujo de sangre, y provoca el temido
infarto”, advierte Judit Soto.
En este contexto, advierte de las denominadas
‘enfermedades asociadas al bienestar’, patologías típicas hace 200
años de las personas más ricas con un estilo de vida muy diferente al del
pueblo, agricultores y gente humilde que se alimentaba a base de los productos
que les ofrecía el campo.
“Hace 200 años la gran mayoría de las personas moría
de neumonías, epidemias como peste o cólera, diarreas, de enfermedades infecciosas.
Pero gracias al descubrimiento de las bacterias y de los antimicrobianos, de la
higiene de manos, de la mejora en la calidad del agua, y de la mejora a nivel
económico de la clase popular estas enfermedades ya son comunes en nuestra
sociedad”, valora la médico residente en Medicina de Familia.
No podemos comer cada día como si fuera domingo
Con ello, insiste en que muchas de las enfermedades de hoy
en día están relacionadas con nuestras pautas de alimentación, con cómo
comemos. “Vivimos cada día como si fuera domingo. Es decir, que no es que
no puedas comerlo, pero no puedes comerlo de forma habitual cada día, y
deberíamos entender que es algo ocasional. No todos los días puedes comer tanta
carne, por ejemplo, y olvidarte de la fruta, la verdura, o los frutos secos y
legumbres”, sostiene.
Estas enfermedades del bienestar son las enfermedades
cardiovasculares, como la hipercolesterolemia, la diabetes, la hipertensión, el
sobrepeso y la obesidad, o la resistencia a la insulina, por ejemplo.
“Todas ellas son enfermedades silenciosas. No nos
duele, y esto hace que progresen durante muchos años en silencio, sin darnos
cuenta, y muchas veces el primer síntoma es el último. Tras muchos años esas
placas de colesterol, alguna se desprende y tienes un infarto, hay que correr y
en muchos casos llegamos tarde porque lo único que podrá hacer la Medicina es
tratar de que ese daño no vaya a más, pero la enfermedad ya la tienes, ya te
has infartado”, agrega la doctora Soto.
Gracias a los avances científicos, eso sí, celebra que las
personas ya no se mueren de infarto, y se salvan muchas vidas, a pesar de que
mucha gente desconoce que después se vive con secuelas y con un “estado
de discapacidad que puede ser peor que la muerte”. Se estima, según apunta,
que de media los 10 últimos años de nuestra vida
vivimos con discapacidad, no podemos hacer las actividades básicas de nuestra
vida, como ducharnos o cocinar.
“Entonces debemos empezar a cuidarnos desde que
nacemos. Si los niños comen alimentos poco saludables de pequeños es una idea
engañosa y peligrosa porque hacemos que de adolescentes enfermen antes de lo
que deberían y además vayan a tener y a acumular más secuelas a lo largo de su
vida; una vida sin calidad por lo que cuidarse y hacer ejercicio y comer sano
no es opcional desde jóvenes”, insiste.
Aquí llama la atención que en pandemia de media se engordó
en Cataluña una media de 2,5 kilos como consecuencia del confinamiento,
“mucho peso para tan poco tiempo”. “Ahora con la pandemia
estamos más tiempo en casa, y juega mucho papel el estrés, porque el hambre
también es emocional, comemos más compulsivamente, estamos aburridos y
picoteamos más. En esta pandemia, el tema de la falta de ejercicio también ha
impactado mucho y de hecho se están viendo muchos diabéticos, hipertensos,
gente con colesterol que ha empeorado mucho por esto y porque también han
tenido limitado el acceso a la sanidad y por ello no se haya podido realizar el
seguimiento”, sentencia la doctora.
Por todo ello, Judit Soto insiste en ‘Salud con
Razón’ en que una de las mejores decisiones que podemos tomar para volver
al buen camino es mejorar nuestra alimentaicón:
“Es probable que en pocos años el principal factor de riesgo para la
mortalidad sea la obesidad, cuya prevalencia es de 1 de cada 6 adultos en
España, sin incluir a todas las personas que ya tienen sobrepeso. A escala
europea esa tendencia ya se ha revertido y el principal factor de riesgo
relacionado con la mortalidad es la mala alimentación”.
Según defiende, es tan importante la calidad como la
cantidad de los alimentos. Consumir más fruta y verdura, reducir la sal, evitar
el azúcar y el alcohol (que es el tercer factor de riesgo) son cambios
sencillos que pueden marcar una gran diferencia. “Si a esto le añadimos
hacer ejercicio físico regular estaremos creando una sinergia muy beneficiosa,
ya que la falta de ejercicio físico es el cuarto factor de riesgo relacionado
con la mortalidad”, agrega.